Tristeza, por supuesto. ¿Quién no podría sentir el corazón deshecho al ver las escenas de la escuela primaria Robb?
Horror, obviamente, de que esto pueda ocurrir en una escuela primaria en pleno día, los más vulnerables acribillados a plena luz del día, a 90 millas (145 kilómetros) al oeste de San Antonio, con al menos uno de sus profesores. Otros están heridos, quién sabe de qué manera.
Pero luego viene la exasperación, la cansada…